Julio Ramón Ribeyro 1929-1994

Je lis un petit livre du journaliste péruvien Daniel Titinger : Un hombre flaco retrato de Julio Ramón Ribeyro. Santiago de Chile. Ediciones Universidad Diego Portales, 2014. Colección Vidas Ajenas.

Je l’ai trouvé lors de mon séjour à Madrid, le dernier jour, à la Librairie Juan Rulfo (Librería del Fondo de Cultura Económica de España, Calle de Fernando el Católico, 86). Il ne s’agit pas d’une vrai biographie, mais plutôt d’un essai fondé sur des témoignages des proches et des amis de l’écrivain. C’est parfois agaçant. Il faut relire cet auteur péruvien que je place très haut. Il n’est pas assez connu car il n’a pas été adoubé par Carmen Balcells, l’agente littéraire espagnole qui a représenté des auteurs comme Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, José Donoso, Alfredo Bryce Echenique, Manuel Vázquez Montalbán, Camilo José Cela, Eduardo Mendoza ou Isabel Allende. C’est pourtant un maître de la nouvelle et son journal est passionnant (La tentación del fracaso. Diario personal 1950-1978. Seix Barral, 2003). Les deux grands écrivains péruviens de la seconde partie du XX ème siècle sont Mario Vargas Llosa et…Julio Ramón Ribeyro. ils étaient très amis, puis se sont brouillés pour des raisons politiques.

“Quién era Julio Ramón Ribeyro? ¿El hombre que a los 44 años pesaba 46 kilos; el apesadumbrado, el triste, el tímido; el marido de una mujer con quien, al parecer, no era feliz? ¿O el que regresó en los años noventa a Lima desde Europa; el que se enamoró; el que se compró un departamento frente al mar; el que cantaba en los karaokes de esa ciudad que lo había visto nacer? El escritor peruano Julio Ramón Ribeyro es un enigma. Mencionado una y otra vez como uno de los mejores cuentistas contemporáneos de América Latina, nacido al universo literario en medio del boom, nunca fue un habitante central de ese fenómeno en cuyo vórtice brillaban figuras como Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes, sino un visitante discreto y fronterizo. Sin embargo, dueño de una voz única, es el autor de libros que marcaron como pocos la literatura del continente.

A través de una enorme cantidad de entrevistas con amigos, parientes, y del testimonio directo de Alida, su viuda, este libro echa luz sobre la vida y la obra de Ribeyro. Un hombre flaco es el intento de comprender quién fue este escritor que, a los veinte años y en la primera entrada de ese libro monumental, escribió: “Tengo unas ganas enormes de abandonarlo todo, de perderlo todo”. (Quatrième de couverture du livre de Daniel Titinger)

Julio Ramón Ribeyro et son fils Julio. Paris.

https://www.youtube.com/watch?v=P3jpWcuJnlE

Proses apatrides. Finitude, 2011. Traduit sous la direction de François Géal. épuisé.

« Que de livres, mon Dieu, et combien nous manque le temps et parfois l’envie de les lire ! Ma propre bibliothèque, où autrefois pas un livre n’entrait sans avoir au préalable été lu et digéré, s’encombre peu à peu de livres parasites, qui souvent y arrivent sans qu’on sache comment, et qui, par un phénomène d’aimantation et d’agglutination, contribuent à élever la montagne de l’illisible, et, au milieu de ces livres, perdus, ceux que j’ai moi-même écrits. Je ne dis pas dans cent ans, mais dans dix ans, dans vingt ans, que restera-t-il le tout cela ? Peut-être seulement les auteurs qui viennent de très loin, la douzaine de classiques qui traversent les siècles, bien souvent sans être beaucoup lus, mais vaillants et vigoureux, par une sorte d’impulsion élémentaire ou de droit acquis. Les livres de Camus, de Gide, qui voilà à peine deux décennies étaient lus avec tant de passion, quel intérêt ont-ils à présent, alors même qu’ils furent écrits avec tant d’amour et d’efforts ? Pourquoi dans cent ans continuera-t-on à lire Quevedo et pas Jean-Paul Sartre ? Pourquoi François Villon et pas Carlos Fuentes ? Que faut-il donc mettre dans une œuvre pour durer ? On dirait que la gloire littéraire est une loterie et la survie artistique une énigme. Et malgré cela on continue à écrire, à publier, à lire, à gloser. Entrer dans une librairie est effrayant et paralysant pour n’importe quel écrivain, c’est comme l’antichambre de l’oubli : dans ses niches de bois, déjà les livres s’apprêtent à sombrer dans un sommeil définitif, souvent même sans avoir vécu. Quel est cet empereur chinois qui détruisit l’alphabet et toute trace d’écriture ? N’est-ce pas Érostrate qui incendia la bibliothèque d’Alexandrie ? Ce qui pourrait peut-être nous redonner le goût de la lecture, ce serait de détruire tout ce qui a été écrit et de repartir, allègrement à zéro. “

“¡Cuántos libros, Dios y que poco tiempo y a veces qué pocas ganas de leerlos! Mi propia biblioteca donde antes cada libro que ingresaba era previamente leído y digerido, se va plagando de libros parásitos, que llegan allí muchas veces no se sabe cómo y que por un fenómeno de imantación y de aglutinación contribuyen a cimentar la montaña de lo ilegible y entre estos libros, perdidos, los que yo he escrito. No digo en cien años, en diez, en veinte ¡qué quedará de todo esto! Quizás solo los autores que vienen de muy atrás, la docena de clásicos que atraviesan los siglos a menudo sin ser muy leídos, pero airosos y robustos, por una especie de impulso elemental o de derecho adquirido. Los libros de Camus, de Gide, que hace apenas dos decenios se leían con tanta pasión ¿qué interés tienen ahora, a pesar de que fueron escritos con tanto amor y tanta pena? ¿Por qué dentro de cien años se seguirá leyendo a Quevedo y no a Jean Paul Sartre? ¿Por qué a Francois Villon y no a Carlos Fuentes? ¿Qué cosa hay que poner en una obra para durar? Diríase que la gloria literaria es una lotería y la perduración artística un enigma. Y a pesar de ello se sigue escribiendo, publicando, leyendo, glosando. Entrar a una librería es pavoroso y paralizante para cualquier escritor, es como la antesala del olvido: en sus nichos de madera, ya los libros se aprestan a dormir su sueño definitivo, muchas veces antes de haber vivido. ¿Qué emperador chino fue el que destruyó el alfabeto y todas las huellas de la escritura? ¿No fue Eróstrato el que incendió la biblioteca de Alejandría? Quizás lo que pueda devolvernos el gusto por la lectura sería la destrucción de todo lo escrito y el hecho de partir inocente, alegremente de cero.”

Julio Ramón Ribeyro 1929-1994. Les vrais voyageurs, 21 juillet 2018.

https://www.lesvraisvoyageurs.com/2018/07/21/julio-ramon-ribeyro-1929-1994/

Traductions en français

Charognards sans plumes (Los gallinazos sin plumas, 1955. Nouvelles). Traduction Annie Cloulas-Brousseau. Paris, Gallimard, 1964.
Chronique de San Gabriel (Crónica de San Gabriel, 1960. Roman) Traduction Clotilde Bernadi Pradal, Paris, Gallimard, 1969.
Silvio et la roseraie (Silvio en el rosedal 1977. Nouvelles). Traduction Irma Sayol. Paris, Gallimard, 1981.
Réservé aux fumeurs (Sólo para fumadores, 1987. Nouvelles). Traduction Gabriel Iaculli, Paris, Gallimard, 1995.
Proses apatrides
(Prosas apatridas, 1975. Récits). Traduction sous la direction de François Géal, Le Bouscat, Finitude, 2011.

Julio Ramón Ribeyro 1929-1994

Julio Ramón Ribeyro

“Es necesario dotar a todo niño de una casa. Un lugar que, aun perdido, pueda más tarde servirle de refugio y recorrer con la imaginación buscando su alcoba, sus juegos, sus fantasmas.
Una casa: ya sé que se deja, se destruye, se pierde, se vende, se abandona. Pero al niño hay que dársela porque no olvidará nada de ella, nada será desperdiciado, su memoria conservará el color de sus muros, el aire de sus ventanas, las manchas del cielo raso y hasta «la figura escondida en las venas de mármol de la chimenea». Todo para él será atesoramiento.

Más tarde no importa. Uno se acostumbra a ser transeúnte y la casa se convierte en posada. Pero para el niño la casa es su mundo, el mundo. Niño extranjero, sin casa. En casas de paso, de paseo, de pasaje, de pasajero, que no dejarán en él más que imágenes evanescentes de muebles innobles y muros insensatos.

¿Dónde buscará su niñez en medio de tanto trajín y tanto extravío? La casa, en cambio, la verdadera, es el lugar donde uno transucurre y se transforma, en el marco de la tentación, del ensueño, de la fantasía, de la depredación, del hallazgo y del deslumbramiento.

Lo que seremos está allí, en su configuración y sus objetos. Nada en el mundo abierto y andarín podrá reemplazar al espacio cerrado de nuestra infancia, donde algo ocurrió que nos hizo diferentes y que aún perdura y que podemos rescatar cuando recordamos aquel lugar de nuestra casa”.

Prosas apátridas, 1975.

“Empieza a sobrarme un poco de pasado -se queja Luder- . Ya no sé dónde meterlo ni qué hacer con él. Eso quiere decir que me estoy volviendo viejo”.

Dichos de Luder, 1989.

Proses apatrides, Finitude, 2011.