Le dimanche 22 janvier 1939, trois jours avant la chute de Barcelone, Antonio Machado et sa famille (Ana Ruiz, sa mère, son frère José, peintre et dessinateur, et l’épouse de ce dernier, Matea Monedero) se dirigent en convoi, dans un véhicule de la Direction Générale de la Santé, vers la frontière française. Les réfugiés attendent du 23 au 26 janvier dans un mas situé près de Cervià de Ter, à environ 10 kilomètres de Gérone. Ils repartent le jeudi 26 dans l’après-midi, jour de la chute de Barcelone, et doivent s’arrêter à nouveau au Mas Faixà, près de Figueras. Ils repartent le lendemain. Le 27 au soir, ils traversent Portbou sous la pluie. Les véhicules doivent s’arrêter. Antonio Machado et ses proches abandonnent une partie de leurs bagages et se joignent à la foule immense qui dans l’obscurité et le froid prend le chemin de l’exil. Ils arrivent au poste frontalier du col des Balitres. Ils y retrouvent l’écrivain Corpus Barga (1888-1979) qui parvient à convaincre le commissaire de police de les laisser passer. Le 28 janvier, ils prennent à Cerbère le train jusqu’à Collioure. Ils logent à l’hôtel Bougnol-Quintana. Grand fumeur, malade du coeur, le poète est conscient de l’usure de son corps. A partir du 18 février, il reste alité à cause d’une pneumonie. Antonio Machado, asthmatique et âgé de 64 ans, meurt le 22 février 1939, mercredi des Cendres, à trois heures et demie de l’après-midi dans la chambre n°5, au premier étage. Ses obsèques ont lieu le lendemain, 23 février. Son cercueil est porté par douze soldats républicains. Il est enterré dans un caveau prêté dans le cimetière de Collioure. Sa mère décède 25 février à 85 ans. Le 5 mai 1941, il est expulsé post-mortem de sa chaire de professeur de lycée par les autorités franquistes. Il ne sera réhabilité comme professeur qu’en 1981. Les deux corps seront transférés le 16 juillet 1958 dans une autre tombe, achetée grâce à des dons venant du monde entier. Parmi les donateurs: Pablo Casals, Albert Camus, André Malraux, René Char. Sur la pierre tombale se trouve depuis des décennies une boîte aux lettres qui ne désemplit pas.
Retrato
(…)
Cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Campos de Castilla (1907-17).
Portrait
(…)
Et quand viendra le jour du dernier voyage,
quand partira la nef qui jamais ne revient,
vous me verrez à bord, et mon maigre bagage,
quasiment nu, comme les enfants de la mer.
Champs de Castille (1907-1917). (Traduction Sylvie Léger et Bernard Sesé)
“En esta egregia Barcelona -hubiera dicho Juan de Mairena en nuestros días-, perla del mar latino, y en los campos que la rodean, y que yo me atrevo a llamar virgilianos, porque en ellos se da un perfecto equilibrio entre la obra de la Naturaleza y la del hombre gusto releer a Juan Maragall, a Mosén Cinto, a Ausias March, grandes poetas de ayer, u otros, grandes también, de nuestros días. Como a través de un cristal coloreado y no del todo transparente para mí, la lengua catalana, donde yo creo sentir la montaña, la campanilla y el mar, me deja ver algo de estas mentes iluminadas, de estos corazones ardientes de nuestra Iberia. Y recuerdo al gigantesco Lulio, el gran mallorquín. ¡Si la guerra nos dejará pensar! ¡Si la guerra nos dejará sentir! ¡Bah! Lamentaciones son éstas de pobre diablo. Porque la guerra es un tema de meditación como otro cualquiera, y un tema cordial esencialísimo. Y hay cosas que sólo la guerra nos hace ver claras. Por ejemplo: ¡Qué bien nos entendemos en lenguas maternas diferentes, cuantos decimos, de este lado del Ebro, bajo un diluvio de iniquidades: «Nosotros no hemos vendido nuestra España!» Y el que esto se diga en catalán como en castellano en nada amengua ni acrecienta su verdad.”
6 de octubre de 1938.
En 2017, la Municipalité de Sabadell (ERC-CUP) avait commandé à Diego Abad d’étudier la nomenclature des noms de rues de cette importante ville catalane (211 000 habitants), située dans la banlieue de Barcelone. Ce pseudo-historien avait proposé d’éliminer entre autres ceux d’ Antonio Machado ou de Francisco de Quevedo, les accusant d’avoir été “españolistas” ou “anticatalanistas”. Depuis , les autorités actuelles de la ville ont été obligées de faire marche arrière.
Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo 1936. Livre I. Chapitre XXXII.
(Kant y Velázquez)
“Es evidente, decía mi maestro —Mairena endosaba siempre a su maestro la responsabilidad de toda evidencia— que si Kant hubiera sido pintor, habría pintado algo semejante a Las Meninas, y que una reflexión juiciosa sobre el famoso cuadro del pintor sevillano nos lleva a la Crítica de la pura razón, la obra clásica y luminosa del maestro de Kónisberg. Cuando los franceses —añadía—tuvieron a Descartes, tuvimos’nosotros —y aun se dirá que no entramos con pie derecho en la edad moderna— nada menos que un pintor kantiano, sin la menor desmesura romántica. Esto es mucho decir. No nos estrepitemos, sin embargo, que otras comparaciones más extravagantes se han hecho —Marx y Cristo etc.— que a nadie asombran. Además, y por fortuna para nuestro posible mentir de las estrellas, ni Kant fue pintor ni Velázquez filósofo.
Convengamos en que, efectivamente, nuestro Velázquez, tan poco enamorado de las formas sensibles, a juzgar por la indiferencia ante la belleza de los modelos, apenas si tiene otra estética que la estética transcendental kantiana. Buscadle otra y seguramente no la encontraréis. Su realismo, nada naturalista, quiero decir nada propenso a revolcarse alegremente en el estercolero de lo real, es el de un hombre que se tragó la metafísica y que, con ella en el vientre, nos dice: la pintura existe, como decía Kant: ahí está la ciencia físicomatemática, un hecho ingente que no admite duda. De hoy más, la pintura es llevar al lienzo esos cuerpos tales como los construye el espíritu, con la materia cromática y lumínica, en la jaula encantada del espacio y del tiempo. Y todo esto —claro está— lo dice con el pincel.
He aquí el secreto de la serena grandeza de Velázquez. Él pinta por todos y para todos; sus cuadros no sólo son pinturas, sino la pintura. Cuando se habla de él, no siempre con el asombro que se merece, se le reprocha más o menos embozadamente su impasible objetividad. Y hasta se alude con esta palabra —¡qué gracioso!—al objetivo de la máquina fotográfica. Se olvida -decía mi maestro— que la objetividad, en cualquier sentido que se tome, es el milagro que obra el espíritu humano, y que, aunque de ella gocemos todos, el tomarla en vilo para dejarla en un lienzo o en una piedra es siempre hazaña de gigantes”
Pour les rapports entre Descartes, Kant et Velázquez, on peut se reporter à l’essai de José Ortega y Gasset, “Sobre el punto de vista en las artes” publié dans la revista de Occidente en 1924.
“Hasta entonces la pupila del pintor había girado ptolomeicamente en torno a cada objeto siguiendo una órbita servil. Velázquez resuelve fijar despóticamente el punto de vista. Todo el cuadro nacerá de un solo acto de visión, y las cosas habrán de esforzarse por llegar como puedan hasta el rayo visual. Se trata, pues, de una revolución copernicana, pareja a la que promovieron en filosofía Descartes, Hume y Kant. La pupila del artista se erige en centro del cosmos plástico y en torno a ella vagan las formas de los objetos. Rígido el aparato ocular, lanza su rayo visor recto, sin desviación a uno y otro lado, sin preferencia por cosa alguna. Cuando tropieza con algo no se fija en ello y, consecuentemente, queda el algo convertido, no en cuerpo redondo, sino en mera superficie que intercepta la visión.”
“Demos un salto hacia 1600, época en que comienza la pintura de hueco. La filosofía está en poder de Descartes. ¿Cuál es para él la realidad cósmica?, Las substancias plurales e independientes se esfuman. Pasa a primer plano metafísico una única substancia -substancia vacía, especie de hueco metafísico que ahora va a tener un mágico poder creador. Lo real para Descartes es el espacio, como para Velázquez el hueco.”
“La política, señores -sigue hablando Mairena-, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.
Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos politicos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino”.
(Antonio Machado, Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo 1936)
Raymond Carver est né le 25 mai 1938 à Clatskanie (Oregon). Il est mort le 2 août 1988 à Port Angeles (État de Washington). C’était un excellent nouvelliste, mais aussi un bon poète…
Les ondes radio (Raymond Carver)
Pour Antonio Machado
Voilà que la pluie s’est arrêtée, et la lune se montre.
Je ne comprends presque rien aux ondes
radio. Mais je crois qu’elles se déplacent mieux juste après
la pluie, dans l’air humide. Bref, je n’ai qu’à étendre le bras
à présent pour capter Ottawa, si ça me chante, ou Toronto.
Depuis peu, le soir, je me suis découvert
un vague intérêt pour la politique et les affaires intérieures
du Canada. C’est vrai. Mais c’étaient surtout ses
radios musicales que je cherchais. Assis ici dans le fauteuil
je pouvais écouter, sans avoir rien à faire, ni à penser.
Je n’ai pas la télé, et je ne lisais plus
les journaux. Le soir j’allumais la radio.
Quand je suis venu ici, j’essayais d’échapper
à tout. Particulièrement à la littérature.
Ce que ça entraîne, et ce qui s’ensuit.
Il y a dans l’âme le désir de ne pas penser.
D’être au repos. Cela couplé avec
le désir d’être strict, oui, et rigoureux.
Mais l’âme est aussi une rusée salope,
pas toujours fiable. Et ça je l’avais oublié.
Je l’écoutais quand elle disait, Mieux vaut changer ce qui
n’est plus
et ne reviendra pas que ce qui est encore
avec nous et sera avec nous demain. Ou pas.
Et si c’est «ou pas», ce n’est pas grave, non plus.
Peu importait, disait-elle, pourvu que l’homme chante.
Voilà la voix que j’écoutais.
Imagine-t-on que quelqu’un puisse penser ainsi?
Qu’en réalité tout ça c’est pareil.
Quelle ineptie!
Mais je pensais ces pensées idiotes le soir
assis dans le fauteuil écoutant la radio.
Puis Machado, ta poésie!
Ce fut un peu comme un quinquagénaire qui retombe
amoureux. Quelque chose de remarquable à observer,
et de gênant, aussi.
Des sottises, comme d’accrocher ton portrait au mur.
Et j’emportais ton livre quand j’allais me coucher
et dormais avec lui à portée de main. Un train passa
dans mes rêves une nuit et me réveilla.
Et la première chose que j’ai pensée, le coeur au galop
là dans l’obscurité de la chambre, fut ceci –
Tout va bien, Machado est là.
Alors j’ai pu me rendormir.
Aujourd’hui j’ai emporté ton livre quand je suis allé
me promener. «Etre attentif!» disais-tu,
chaque fois que quelqu’un te demandait que faire de sa vie.
J’ai donc regardé autour de moi et pris note de toute chose.
Puis je me suis assis avec au soleil, à ma place
au bord de la rivière d’où je voyais les montagnes
Et j’ai fermé les yeux pour écouter le bruit
de l’eau. Puis je les ai ouverts et me suis mis à lire.
«Les dernières lamentations d’Abel Martin».
Ce matin j’ai pensé à toi de toutes mes forces, Machado.
Et j’espère, même au regard de ce que je sais de la mort,
que tu as reçu le message que je te destinais.
Et sinon ce n’est rien. Dors bien. Repose-toi.
Tôt ou tard j’espère que nous nous rencontrerons.
Alors je pourrai te dire ces choses en personne
Poésie, Editions de l’Olivier, 2015.
Radio Waves for Antonio Machado
This rain has stopped, and the moon has come out.
I don’t understand the first thing about radio
waves. But I think they travel better just after
a rain, when the air is damp. Anyway, I can reach out
now and pick up Ottawa, if I want, or Toronto.
Lately, at night, I’ve found myself
becoming slightly interested in Canadian politics
and domestic affairs. But mostly it was their music
stations I was after. I could sit here in the chair
and listen, without having to do anything, or think.
I don’t have a TV, and I’d quit reading
newspapers. At night I turned on the radio.
When I came out here I was trying to absent myself
from everything. Especially literature.
What that entails, and what comes after.
There is in the soul a desire for not thinking.
For being still. Coupled with this
a desire to be strict, yes, and rigorous.
But the soul is also a smooth son of a bitch,
not always to be trusted. And I forgot that.
I listened when it said. Better to sing that which is gone
and will not return than that which is still
with us and will be with us tomorrow. Or not.
And if not, that’s all right too.
It didn’t much matter, it said, even if a man sang.
That’s the voice I listened to.
Can you imagine somebody thinking like this?
That it’s really all one and the same?
What nonsense!
But I’d think these stupid thoughts at night
as I sat in the chair and listened to my radio.
Then, Machado, the advent of your poetry in my life!
It was a little like a middle-aged man falling
in love again. A remarkable thing to witness, perhaps,
but embarrassing, too.
Silly things like putting your picture up.
And I took your book to bed with me
and slept with it near at hand. A train went by
in my dreams one night and woke me up.
And the first thing I thought, heart racing
there in the dark bedroom, was this—
It’s all right, Machado is here.
Then I could fall back to sleep again.
Today I took your book with me when I went
for my walk. “Pay attention!” you said,
when anyone asked what to do with their lives.
So I looked around and made note of everything.
Then sat dowii with your book in the sun, in my place
beside the river where I could see the mountains.
And I closed my eyes and listened to the sound
of the water. Then I opened them and began to read
“Abel Martin’s Last Lamentations.”
This morning I thought about you hard, Machado.
And I hope, even in the face of what I know about death,
that you got the message I intended.
But it’s okay even if you didn’t. Sleep well. Rest.
Sooner or later I hope we’ll meet.
And then I can tell you these things myself.
Je suis en train de relire, à petites doses, le Juan de Mairena d’Antonio Machado dans l’édition Cátedra (Letras Hispánicas), en deux tomes, prêtée par Manuel. Un merveilleux traité poétique et philosophique.
Antonio Machado est né le 26 juillet 1875 à Séville dans un appartement en location du Palais de Dueñas. Son père Antonio Machado Álvarez était avocat, journaliste et spécialiste du folklore. Il était connu sous le pseudonyme de Demófilo.
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero…” (de Retrato, Campos de Castilla)
“… Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio.”
Il publia en 1936 chez Espasa-Calpe “Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo)”.
«Vivimos en un mundo esencialmente apócrifo, en un cosmos o poema de nuestro pensar, ordenado o construido todo él sobre supuestos indemostrables, postulados de nuestra razón, que llaman principios de la lógica, los cuales, reducidos al principio de identidad que los resume y reasume a todos, constituyen un solo y magnífico supuesto: el que afirma que todas las cosas, por el mero hecho de ser pensadas, permanecen inmutables, ancladas, por decirlo así, en el río de Heráclito. Lo apócrifo de nuestro mundo se prueba por la existencia de la lógica, por la necesidad de poner el pensamiento de acuerdo consigo mismo, de forzarlo en cierto modo, a que sólo vea lo supuesto o puesto por él, con exclusión de todo lo demás. Y el hecho – digámoslo de pasada- de que nuestro mundo esté todo él cimentado sobre un supuesto que pudiera ser falso, es algo terrible, o consolador. Según se mire. Pero de esto hablaremos otro día.»
“Seguid preguntando, nunca os canséis de preguntar, sin preocuparos demasiado de las respuestas.”
“Nuestras inquietudes se disponen en el alma como balas en un rifle.”
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Antonio Machado, Proverbios y cantares.
XXIX
Voyageur, le chemin
sont les traces de tes pas
c’est tout ; voyageur,
il n’y a pas de chemin,
le chemin se fait en marchant.
Le chemin se fait en marchant
t quand on tourne les yeux en arrière
on voit le sentier que jamais
on ne doit à nouveau fouler
Voyageur, il n’est pas de chemin
rien que des sillages sur la mer.
“Nunca, nada, nadie. Tres palabras terribles; sobre todo la última. (Nadie es la personificación de la nada). El hombre, sin embargo, se encara con ellas y acaba perdiéndoles el miedo… ¡Don Nadie! ¡Don José María Nadie! ¡El excelentísimo señor Don Nadie! Conviene que os habituéis -habla Mairena a sus discípulos- a pensar en él y a imaginarlo. Cómo ejercicio poético no se me ocurre nada mejor. Hasta mañana.”
«Cogito, ergo sum», decía Descartes. Vosotros decid: «Existo, luego soy», por muy gedeónica que os parezca la sentencia. Y si dudáis de vuestro propio existir, apagad e idos.»
René Descartes,Discours de la méthode, IV ème partie.
«(…) et enfin, considérant que toutes les mêmes pensées que nous avons étant éveillés nous peuvent aussi venir quand nous dormons, sans qu’il y en ait aucune pour lors qui soit vraie, je me résolus de feindre que toutes les choses qui m’étoient jamais entrées en l’esprit n’étoient non plus vraies que les illusions de mes songes. Mais aussitôt après je pris garde que, pendant que je voulois ainsi penser que tout étoit faux, il falloit nécessairement que moi qui le pensois fusse quelque chose; et remarquant que cette vérité, je pense, donc je suis, étoit si ferme et si assurée, que toutes les plus extravagantes suppositions des sceptiques n’étoient pas capables de l’ébranler, je jugeai que je pouvois la recevoir sans scrupule pour le premier principe de la philosophie que je cherchois.»