Je viens de terminer le recueil des lettres envoyées par le Prix Nobel de littérature 1977 à son ami Miguel Hernández, puis ensuite à sa veuve, Josefina Manresa. Il a été publié en 2015, puis en 2018 en poche (Collection Austral), sous le titre De Nobel a Novel. epistolario de Vicente Aleixandre a Miguel Hernández y Josefina Manresa.
Ce n’est pas le poète le plus connu de la Génération de 1927, mais c’était une homme bon. Toute sa vie, il a aidé la veuve et le fils de Miguel Hernández qui vivaient dans des conditions très difficiles après la guerre civile. Il le faisait avec une grande délicatesse. Il a beaucoup fait pour la publication des oeuvres du poète d’Orihuela en Espagne et dans le monde. Il donnait des conseils judicieux à Josefina Manresa pour cela, veillant particulièrement aux intérêts économiques de cette famille.
Il est né à Séville le 26 avril 1898, mais a été élevé à Málaga (voir le poème Ciudad del paraíso )
http://www.lesvraisvoyageurs.com/2020/03/23/vicente-aleixandre-1898-1984/
Il a suivi ensuite des études de droit et de commerce à Madrid. Mais il a souffert toute sa vie des conséquences d’une néphrite tuberculeuse. En 1932, il subit une extraction du rein droit. Il devait se reposer et ne sortait que rarement de sa maison de Velingtonia, 3 (aujourd’hui, Vicente Aleixandre).
Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre, Miguel Hernández, José Antonio Muñoz Rojas venaient lui rendre visite avant la guerre. Néanmoins, il passait avec sa soeur Concha tous ses étés à Miraflores de la Sierra afin d’éviter la chaleur de Madrid. Après la guerre civile, il est resté en Espagne. Il a fortement influencé les jeunes écrivains de cette époque qu’il recevait généreusement et régulièrement dans sa maison. Membre de l’Académie royale espagnole à partir de 1949, il a obtenu le Prix Nobel de littérature en 1977.
Il est mort le 13 décembre 1984 à Madrid à l’âge de 86 ans. On disait de lui qu’il avait “une mauvaise santé de fer” (una mala salud de hierro).
En 1927, il a planté un cèdre dans son jardin. Il est encore là, protégé, ce qui n’est pas le cas de sa maison qui est en ruines. La municipalité actuelle de Madrid ne s’intéresse guère à la culture.
Oeuvres
Ámbito (1928)
Espadas como labios (1932)
La destruccion o el amor (1933). La destruction ou l’amour. Traduction française de Jacques Ancet. Federop, 1975 &1977.
Sombra del paraíso (1939-1943, publié à Madrid en 1944, Ombre du paradis, traduction française de Roger Noël-Mayer et Claude Couffon, avec une introduction de Roger Noël-Mayer, Gallimard, 1980.
Historia del corazón (1954)
Los encuentros (1958) en prose.
En un vasto dominio (1962)
Poemas de la consumación (1968)
Sonido de la guerra (1972)
Diálogos del conocimiento (1974)
En gran noche (1991)
Gallimard, après le Prix Nobel en 1977, a publié une anthologie de son oeuvre intitulée Poésie totale (Traduction Roger Noël-Mayer)
Vicente Aleixandre considérait En la plaza comme le meilleur poème de son oeuvre.
En la plaza
Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
Historia del corazón, Espasa Calpe 1954