Claudio Rodríguez est né à Zamora (Castilla y León) le 30 janvier 1934.
C’est un des grands poètes espagnols de la seconde moitié du XX ème siècle. Il fait partie de la Génération de 1950 (Carlos Barral, Francisco Brines, José María Caballero Bonald, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente). )
Il est étudiant à Madrid de 1951 à 1957 (Licence de Filología Románica).
Il obtient à dix-neuf ans en 1953 l’important prix Adonáis pour Don de la ebriedad (Don de l’ébriété, Arfuyen, 2008. Traduction : Laurence Breysse-Chanet)
Il est lecteur d’Espagnol à l’Université de Nottingham (1958-1960), puis à l’Université de Cambridge (1960-1964).
Á son retour en Espagne, il se consacre à l’enseignement de la littérature espagnole et à la traduction (T.S.Eliot).
Il n’aime pas la vie littéraire. Il préfère la marche, la nature, la lumière, la Castille, les personnes simples. Il déteste le protocole (“Hoy hay mucho protoculo” “¿Pero qué es esa expresión horrible del cultivo de la imagen? Una persona es una persona, no una imagen”). Il ne manquait pas d’humour : «Si yo estuviera en un país comunista me expulsarían por falta de producción»
Il entre à la Real Academia Española en 1987, obtient le Prix Príncipe de Asturias en 1993 pour l’ensemble de son œuvre et la même année le Prix Reina Sofía de Poésie Ibéroaméricaine.
Il meurt à Madrid le 22 juillet 1999.
Como el son de las hojas del álamo
El dolor verdadero no hace ruido.
Deja un susurro como el de las hojas
del álamo mecidas por el viento,
un rumor entrañable, de tan honda
vibración, tan sensible al menor roce,
que puede hacerse soledad, discordia,
injusticia o despecho. Estoy oyendo
su murmurado son que no alborota
sino que da armonía, tan buido
y sutil, tan timbrado de espaciosa
serenidad, en medio de esta tarde,
que casi es ya cordura dolorosa,
pura resignación. Traición que vino
de un ruin consejo de la seca boca
de la envidia. Es lo mismo. Estoy oyendo
lo que me obliga y me enriquece a costa
de heridas que aún supuran. Dolor que oigo
muy recogidamente como a fronda
mecida sin buscar señas, palabras
o significación. Música sola,
sin enigmas, son solo que traspasa
mi corazón, dolor que es mi victoria.
Alianza y condena, Revista de Occidente, 1954.
Comme le bruissement des feuilles du peuplier
La vraie douleur ne fait pas de bruit :
elle laisse comme un bruissement de feuilles
de peuplier agitées par le vent,
une rumeur intime, d’une vibration
si profonde, si sensible au moindre frôlement,
qu’elle peut devenir solitude, discorde,
injustice ou dépit. Je suis là à écouter
ses murmures qui, loin de troubler,
sont porteurs d’harmonie, si effilés
et subtils, avec un tel son de spacieuse
sérénité en cette fin d’après-midi,
qu’ils sont presque sagesse douloureuse,
résignation pure. Trahison qui est venue
d’un mauvais conseil de la bouche flétrie
de la jalousie. C’est égal. Je suis là à écouter
ce qui me contraint et m’enrichit, au prix
de blessures qui suppurent encore. Douleur que j’entends
avec grand recueillement, comme le frémissement
d’un feuillage sans chercher ni signes, ni mots
ni sens. Musique seule,
sans énigmes, murmures solitaires qui transpercent
mon cœur, douleur qui est ma victoire.
Poésie espagnole. Anthologie 1945-1990. Traduction : Claude de Frayssinet. Actes Sud, 1995.
Cielo
Ahora necesito más que nunca
mirar al cielo. Ya sin fe y sin nadie,
tras este seco mediodía, alzo
los ojos. Y es la misma verdad de antes,
aunque el testigo sea distinto. Riesgos
de una aventura sin leyendas ni ángeles,
ni siquiera ese azul que hay en mi patria.
Vale dinero respirar el aire,
alzar los ojos, ver sin recompensa,
aceptar una gracia que no cabe
en los sentidos pero les daba nueva
salud, los aligera y puebla. Vale
por mi amor este don, esta hermosura
que no merezco ni merece nadie.
Hoy necesito el cielo más que nunca.
No que me salve, sí que me acompañe.
Alianza y condena. 1965.
Un viento
Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.
El vuelo de la celebración. Madrid, Visor, 1976.
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