Fernando Aramburu (Saint-Sébastien, 1959), le romancier à succès de Patria (Tusquets 2016, publié en français sous le même titre chez Actes Sud en 2018, traduit par Claude Bleton) après un livre très personnel Autorretrato sin mí (Tusquets, 2018), présente dans Vetas profundas (Tusquets, 2019) 40 poèmes de grands écrivains en langue espagnole. Il s’approche d’eux sans aucune ambition universitaire et nous montre ce qu’ils représentent pour lui. Aramburu s’exprime essentiellement en prose, mais quand il était jeune il a participé dans sa ville natale basque à la fondation du groupe CLOC de Arte y Desarte, qui a édité entre 1978 et 1981 une revue. En début de semaine, j’ai trouvé un exemplaire de son livre chez Gibert. Los justos de Jorge Luis Borges est le premier poème qu’il analyse.
Los justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez. El ceramista que premedita un color y una forma. Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que agradece que en la tierra haya Stevenson. El que prefiere que los otros tengan razón. Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
La cifra, 1981.
Les justes
Un homme qui cultive son jardin, comme le voulait Voltaire.
Celui qui est reconnaissant que sur la terre il y ait de la musique.
Celui qui découvre avec plaisir une étymologie.
Deux employés qui dans un café du Sud jouent un silencieux jeu d’échecs.
Le céramiste qui prémédite une couleur et une forme.
Un typographe qui compose bien cette page, qui peut-être ne lui plaît pas.
Une femme et un homme qui lisent les tercets finaux d’un certain chant.
Celui qui caresse un animal endormi.
Celui qui justifie ou veut justifier un mal qu’on lui a fait.
Celui qui est reconnaissant que sur terre il y ait un Stevenson.
Celui qui préfère que les autres aient raison.
Ces personnes, qui s’ignorent, sont en train de sauver le monde.
Le 28 ème Prix Reina Sofía de Poésie Ibéro-américaine, la plus haute récompense du genre dans le monde hispanique, a été décernée hier au poète catalan Joan Margarit, né en 1938 à Sanahuja dans la Province de Lérida. C’est le second auteur en catalan qui obtient ce prix. Le premier fut, en 2000, Pere Gimferrer.
Son père était architecte et sa mère institutrice. Pendant son enfance, sa famille change constamment de domicile. Elle s’installe à Santa Cruz de Tenerife (Canaries) en 1954. Joan Margarit étudie l’architecture à Barcelone où il s’installe définitivement en 1963. Il exerce son métier dans cette ville et est aussi professeur de calcul de structures à l’Ecole Supérieure d’Architecture de l’Université de Barcelone. Il a d’abord publié en castillan. Mais, encouragé par son ami le poète Miquel Martí i Pol (1929-2003), il écrit dans sa langue maternelle à partir de 1978. Il se considère comme un écrivain bilingue. C’est un des poètes catalans les plus lus en Catalogne et dans le reste de la Péninsule. Sa poésie est autobiographique et réaliste.
Cuesta de Atocha
Ens creuem. Ells dos pujen:
la cadira de rodes on s’asseu
encongit, gemegant, un home jove
i el pare, que l’empeny.
Per fer més força, tira els peus enrere i
estira tant com pot cames i braços.
Així, encorbat i tens,
gairebé no pot vèncer la pujada.
Sé el que sent: que es fa vell.
Un maleït instant, en compadir aquest
pare, m’equivoco: encara té el seu fill.
Ara que ja han passat,
contemplo amb un somriure com s’allunyen.
Una dona a un portal em mira amb mala cara.
No sap en quina escena d’amor s’està ficant.
Un hivern fascinant (Proa, 2017)
Cuesta de Atocha
Ellos dos van subiendo y nos cruzamos, en la silla de ruedas, sentado y encogido, solloza un hombre joven. El padre, que la empuja, echa hacia atrás los pies y, para hacer más fuerza, estira cuanto puede las piernas y los brazos. Así, encorvado y tenso, puede vencer apenas la subida. Sé lo que siente: que se ha hecho viejo. Por un maldito instante compadezco a ese padre: un error, puesto que él todavía tiene a su hijo. Esbozo una sonrisa mientras van alejándose. Desde un portal, una mujer me mira con reproche. No comprende en qué escena de amor se está metiendo.
Un asombroso invierno (Visor, 2018).
Primer amor (Joan Margarit)
a José Agustín Goytisolo
En la Girona trista dels set anys,
on els aparadors de la postguerra
tenien un color gris de penúria,
la ganiveteria era un esclat
de llum en els petits miralls d’acer.
Amb el front descansant damunt del vidre,
mirava una navalla, llarga i fina,
bella com una estàtua de marbre.
Com que els de casa no volien armes,
vaig comprar-la en secret i, en caminar,
la sentia, pesant, dins la butxaca.
A vegades l’obria a poc a poc
i sorgia la fulla recta i prima
amb la conventual fredor de l’arma.
Presència callada del perill:
vaig amagar-la, els trenta primers anys,
rere llibres de versos i després
dins un calaix, entre les teves calces
i entre les teves mitges.
Ara, a punt de complir els cinquanta quatre,
torno a mirar-la oberta al meu palmell,
tan perillosa com a la infantesa.
Sensual, freda. Més a prop del coll.
Els motius del llop, 1993.
Primer amor a José Agustín Goytisolo
Triste Girona de mis siete años: en la posguerra los escaparates tenían un color gris de penuria. Y, sin embargo, en la cuchillería, en cada hoja de acero destellaba la luz como si se tratase de pequeños espejos. Descansando la frente en el cristal, miraba una navaja larga y fina, bella como una estatua de mármol. Puesto que en casa no querían armas, fui a comprarla en secreto y, al andar, la sentía, pesada, en mi bolsillo. Cuando, a veces, la abría, muy despacio, surgía, recta y afilada, la hoja con esa conventual frialdad del arma. Silenciosa presencia del peligro: la oculté, los primeros treinta años, tras los libros de versos y, después, en un cajón, metida entre tus bragas y entre tus medias. Hoy, cerca ya de los cincuenta y cuatro, vuelvo a mirarla, abierta en la palma de mi mano, igual de peligrosa que en la infancia. Fría, sensual. Más cerca de mi cuello.
La llibertat
La llibertat és la raó de viure, dèiem, somniadors, d’estudiants. És la raó dels vells, matisem ara, la seva única esperança escèptica. La llibertat és un estrany viatge. Són les places de toros amb cadires damunt la sorra en temps d’eleccions. És el perill, de matinada, al metro, són els diaris al final del dia. La llibertat és fer l’amor als parcs. La llibertat és quan comença l’alba en un dia de vaga general. És morir lliure. Són les guerres mèdiques. Les paraules República i Civil. Un rei sortint en tren cap a l’exili. La llibertat és una llibreria. Anar indocumentat. Són les cançons de la guerra civil. Una forma d’amor, la llibertat.
Els primers freds. Poesía 1975-1995. Proa.
La libertad
Es la razón de nuestra vida,
dijimos, estudiantes soñadores.
La razón de los viejos, matizamos ahora,
su única y escéptica esperanza.
La libertad es un extraño viaje.
Son las plazas de toros con las sillas
sobre la arena en las primeras elecciones.
Es el peligro que, de madrugada,
nos acecha en el metro,
son los periódicos al fin de la jornada.
La libertad es hacer el amor en los parques.
Es el alba de un día de huelga general.
Es morir libre. Son las guerras médicas.
Las palabras República y Civil.
Un rey saliendo en tren hacia el exilio.
La libertad es una librería.
Ir indocumentado.
Las canciones prohibidas.
Una forma de amor, la libertad.
Principaux titres
Cantos para la coral de un hombre solo. Barcelona: Editorial Vicens Vives. 1963. (Con prólogo de Camilo José Cela e ilustraciones de Josep María Subirachs).
Ida Vitale a reçu le 23 avril 2019 à l’Université d’Alcalá de Henares le Prix Cervantes. Née le 2 novembre 1923 à Montevideo, elle a donc 95 ans. C’est la cinquième femme à recevoir ce prix après la Mexicaine Elena Ponatiowska (2013), l’Espagnole Ana María Matute (2010), la Cubaine Dulce María Loynaz (1992) et l’Espagnole María Zambrano (1988). Et le deuxième écrivain uruguayen après le grand Juan Carlos Onetti (1909-1994) en 1980.
OBRA
POESÍA • La luz de esta memoria (1949). • Fieles (1976 y 1982). • Jardín de sílice (1980). • Procura de lo imposible, (1988). • Jardines imaginarios (1996) • La luz de esta memoria (1999) • Mella y criba (2010). • Sobrevida (2016). • Mínimas de aguanieve (2016) • Poesía reunida. 2017.
PROSA, CRÍTICA Y ENSAYO • Cervantes en nuestro tiempo (1947). • Manuel Bandeira, Cecilia Meireles y Carlos Drummond de Andrade. Tres edades en la poesía brasileña actual (1963). • Juana de Ibarbourou. Vida y obra Capítulo Oriental (1968). • Léxico de afinidades (2012). • De plantas y animales: acercamientos literarios (2003).
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS • Premio Octavio Paz (2009). • Doctora honoris causa por la Universidad de la República (2010). • Premio Alfonso Reyes (2014). • Premio Reina Sofía (2015). • Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2016). • Premio Max Jacob (2017). • Premio FIL de la Literatura en Lenguas Romances (Feria del libro de Guadalajara, 2018). • Premio Cervantes (2018).
Quelques poèmes
Fortuna
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
Este mundo
Sólo acepto este mundo iluminado cierto, inconstante, mío. Sólo exalto su eterno laberinto y su segura luz, aunque se esconda. Despierta o entre sueños, su grave tierra piso y es su paciencia en mí la que florece. Tiene un círculo sordo, limbo acaso, donde a ciegas aguardo la lluvia, el fuego desencadenados. A veces su luz cambia, es el infierno; a veces, rara vez, el paraíso. Alguien podrá quizás entreabrir puertas, ver más allá promesas, sucesiones. Yo sólo en él habito, de él espero, y hay suficiente asombro. En él estoy, me quede, renaciera.
Justicia Duerme el aldeano en un colchón de heno. El pescador de esponjas descansa sobre su mullidísima cosecha. ¿Dormirás tú, en lenta flotación, sobre papel escrito?
Residua
Corta la vida o larga, todo lo que vivimos se reduce a un gris residuo en la memoria. De los antiguos viajes quedan las enigmáticas monedas que pretenden valores falsos. De la memoria sólo sube un vago polvo y un perfume. ¿Acaso sea la poesía?
Piedad Bonnett est née à Amalfi (Antioquia) en Colombie) en 1951. C’est une poétesse, romancière, dramaturge et critique littéraire.
Sa famille s’installe à Bogota lorsqu’elle a 8 ans. Elle a obtenu une licence de Philosophie et Lettres à l’Université des Andes de Bogota, où elle est professeur de philosophie et de langues depuis 1981.
Elle a obtenu de nombreux prix, par exemple le Prix National de Poésie, Instituto Colombiano de Cultura en 1994, le Prix Casa de las Américas, Prix de poésie José Lezama Lima, en 2014, pour Explicaciones no pedidas.
Lo que no tiene nombre, 2013 a été traduit en français sous le titre Ce quin’a pas de nom (Éditions Métailié, 2017). Dans ce court récit, Piedad Bonnett raconte à la première personne le suicide de son fils Daniel, vingt-huit ans, qui s’est jeté du toit de son immeuble à New York le 14 mai 2011. Huit ans plus tôt, on avait diagnostiqué sa schizophrénie. Elle raconte son besoin désespéré de trouver des traces d’une vie personnelle, un journal, des écrits et essaie de comprendre le combat inégal du jeune homme contre la folie qui le cerne.
Rosa Montero: «Un livre incandescent, courageux jusqu’à la violence, extraordinaire. Piedad Bonnett écrit depuis l’abîme et éclaire l’obscurité avec un texte pénétrant et indispensable.» Mario Vargas Llosa: «La vie, la mort et la littérature se mêlent comme sur une scène de théâtre dans ce témoignage extraordinaire où convergent la vérité la plus intime et le talent créatif.»
Piedad Bonnett a lu ce texte lors de l’enterrement de son fils: “Daniel amaba la vida. Amaba el sol y el agua, la buena comida, el cine, la música. Amaba también el conocimiento. Y amó mucho su arte, el dibujo y la pintura, a cuyo estudio y práctica dedico muchas horas, de las que derivó, sin duda, mucha felicidad. Daniel disfrutó sus amigos, su familia, y supo lo que era enamorarse, sufrir y gozar el amor. Adoraba viajar y lo hizo todas las veces que pudo. Realizó su sueño cuando se fue a vivir a Nueva York, ciudad que conoció bien desde su adolescencia, cuando viajaba en vacaciones a tomar cursos de pintura. Fue un muchacho talentoso, sensible, amable y respetuoso con los demás, disciplinado y cumplidor de su deber. Al ingresar a su cuarto en Nueva York, después de su muerte, nos sorprendió el orden impecable en que vivía, rodeado de cuadernos y libros y objetos queridos. No parecía, como en el poema de Wistawa Szymborska, “que de esa habitación no hubiera salida, al menos por la puerta/ o que no tuviera perspectiva, al menos desde la ventana. Por eso, si él pudiera ver hoy lo que hizo, tal vez lo lamentaría. O tal vez no. Porque Daniel tuvo que dar, desde sus 18 años, una gran batalla contra un trastorno mental. Y fue así como con gran valentía y con la ayuda de algunos de los que lo quisimos y de su médico, Danny pudo estudiar arte, hacer una opción en arquitectura, ser maestro de niños y jóvenes, pintar sus cuadros, e ingresar a hacer su maestría en la Universidad de Columbia. Pero esta vez la enfermedad, el cansancio y el dolor, terminaron por vencerlo. Recordemos a Daniel como lo que en esencia fue: un muchacho no sólo inteligente sino bueno. Y consolémonos pensando que, como en el verso de José Emilio Pacheco, en nuestra memoria, con sus espléndidos 28 años, ahora es bello para siempre.”
No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor.
Pero también su fin.
Las cicatrices, pues,
son las costuras de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos.
La forma que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.
Nostalgia del presente En aquel preciso momento el hombre se dijo: Qué no daría yo por la dicha de estar a tu lado en Islandia bajo el gran día inmóvil y de compartir el ahora como se comparte la música o el sabor de la fruta. En aquel preciso momento el hombre estaba junto a ella en Islandia.
La cifra, 1981.
Nostalgie du présent Á cet instant précis l’homme se dit: Que ne donnerais-je pour la joie d’être en Islande à tes côtés sous le grand jour immobile et de partager le présent comme on partage la musique ou la saveur d’un fruit. Á cet instant précis l’homme était près d’elle en Islande
Tal vez porque cantamos embriagados la vida crees que fue con nosotros lo que tú llamas buena. Puedes aproximarte, puedes tocar la herida de amargura y de sangre hasta los bordes llena.
Ganamos la alegría bajo un cielo sombrío,
mientras el desaliento nos prendía en sus redes.
Hemos tenido sueño, hemos tenido frío,
hemos estado solos entre cuatro paredes.
Vivimos…Llena el alma la hermosura más plena;
En países de nieblas también nacen flores.
Después de la amargura y después de la pena
es cuando la vida da sus más bellos colores.
Julio Cortázar narrando su “Torito”, cuento que es un homenaje al boxeador argentino Justo Suárez, alias “el Torito de Mataderos”, que recibiera este apodo por ser del barrio porteño de Mataderos. Originalmente, se publicó este cuento en “Final del Juego”, libro de Cortázar de 1956, y a su vez esta narración del propio autor vería la luz en el LP “Cortázar Por Él Mismo: Un Libro Sonoro”, de 1970, y que fuera grabado en París (de hecho Julio hace las erres muy francesas en el mismo) en febrero de tal año. En el minuto 2:01 empieza la dedicatoria a Jacinto Cúcara con la que empezara el cuento, comenzando este en sí en el minuto 2:12.