L’artiste basque Agustín Ibarrola est décédé à 93 ans le 17 novembre 2023 à Galdácano (Bizcaye). Ce peintre et sculpteur a joué un rôle essentiel dans le développement des pratiques artistiques au Pays Basque. C’était un homme engagé dans la réalité et dans l’art d’avant-garde. Il a lutté avec un grand courage contre le franquisme et le terrorisme de l’ETA. Il s’est retrouvé en prison de 1962 à 1965 comme opposant à la dictature franquiste et membre du Parti Communiste d’Espagne (PCE). Dans la prison de Burgos, il créait clandestinement avec l’aide de ses codétenus des sculptures en mie de pain tout en continuant à peindre et dessiner sur du papier très fin. Il a passé deux autres années en prison, de 1967 à 1969 cette fois dans la prison de Basauri (Biscaye). L’extrême-droite a incendié sa maison-atelier en 1975 à Gametxo (Ibarrangelua) (Biscaye).
Il expliquait à El País en 2015 : “El terrorismo ha mordido fuerte sobre mí. Llevo dos guerras a cuestas, dos dictaduras: la franquista y la terrorista”. Il a dû vivre plusieurs années sous escorte, car il était menacé de mort par l’ETA.
Son oeuvre la plus emblématique se trouve dans El Bosque de Oma (Kortezubi, dans la réserve de biosphère d’Urdaibai, Biscaye). il a créé des œuvres de grand format, en pleine nature, se rapprochant du courant moderne appelé land art. C’est un musée à l’air libre. Douze hectares conservent l’essence de l’œuvre d’Agustín Ibarrola. L’artiste a composé une grande oeuvre où les formes jouent et varient au passage du promeneur. Elle se trouve près des grottes de Santimamiñe. Ce site archéologique est le plus important de Biscaye. il est inscrit au Patrimoine de l’Humanité de l’Unesco. En 1916, on y a découvert des figures rupestres. Une grotte conserve des restes de foyers humains de plus de 14.000 ans, une demi-centaine de peintures rupestres et de nombreuses formations de stalactites et stalagmites d‘une grande beauté.
El País, 21/11/2023
Agustín Ibarrola, un creador y un resistente (Fernando Aramburu)
El pintor y escultor fue mucho más que un ciudadano empeñado en hacer obras de arte
De tiempo en tiempo nos llega la noticia del fallecimiento de un hombre admirable. Ya sé que el ejercicio de admirar se apoya en fundamentos subjetivos. Admirable para mí (para quienes quisieron hacerle daño supongo que no) fue Agustín Ibarrola, de cuya muerte supimos con tristeza el viernes pasado. He aquí un hombre que a edad temprana se lo jugó todo a una carta: la de la creación. Desde que a los 11 años abandonó la escuela hasta los 93 que duró su vida, Ibarrola se consagró a crear en diversas etapas evolutivas, con materiales múltiples, un sinnúmero de pinturas, esculturas, dibujos, collages, fotografías y mucho más. A uno se le figura que la creación constante debió de proporcionar al artista un sólido argumento vital. No concibo mayor obsequio de la vida que la posibilidad de dedicarse de lleno a una vocación.
Pero Ibarrola, como se sabe, fue mucho más que un ciudadano empeñado en hacer obras de arte. Conoció de cerca el mundo del trabajo; de hecho, coincidió en la mina con el poeta Blas de Otero, con quien compartió militancia comunista. Según sus propias palabras, se enfrentó a dos dictaduras, la de un general que ganó una guerra civil y la que otros desencadenaron a tiros y bombazos en su tierra natal. A ambas se enfrentó Ibarrola desde su actividad artística, pero también desde la acción cívica. Sufrió tortura en tiempos de Franco y dos estancias carcelarias que dan un total de nueve años entre rejas. Décadas después, ETA tomó el relevo de la persecución, forzándolo a llevar escolta y atacando sus creaciones de arte campestre. Cada vez que intentan colarnos la tesis de la organización que luchó contra el franquismo me acuerdo de gente de izquierdas a quienes Franco encarceló y contra los que las pistolas de ETA dispararon más tarde, como López de Lacalle o José Ramón Recalde. ¿No es raro combatir un régimen atentando contra sus opositores?