Álvaro Mutis

Álvaro Mutis (Daniel Mordzinski) Biarritz 1995.

Nació en Bogotá el 25 de agosto de 1923. Falleció en Ciudad de México el 22 de septiembre de 2013. En 1956 se estableció en la capital mexicana.

“Soy un escéptico resignado. Pero en ese escepticismo cabe algunas veces la felicidad.”

“A mayor lucidez mayor desesperanza y a mayor desesperanza mayor posibilidad de ser lúcido.”

“El hombre es una especie que falló como especie, un ser dedicado a destruir el medio en que vive.”

“Aprendí a aceptar las cosas como se nos van presentando, a saber que nada finalmente es grave.”

“Que te acoja la muerte con todos tus sueños intactos.”

“El placer de escribir es encontrar a alguien que le recuerda a uno un personaje transitorio.”

Gabriel García Márquez
“Ocho libros en seis años. Basta leer una sola página de cualquiera de ellos para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es él sólo, que como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos”.

Mario Benedetti
“Mutis inventa a Maqroll el Gaviero como García Márquez a Macondo, Onetti a Santa María, Rulfo a Comala. Maqroll es también una región de lo imaginario, aunque creada mediante un habilísimo montaje de pequeñas y grandes realidades”.

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges jeune.

Jorge Luis Borges est né le 24 août 1899 à Buenos Aires. Il est mort le 14 juin 1986 à Genève. Il considérait Límites comme son meilleur poème.

“En mi opinión, pero no hay razón alguna para que la opinión del poeta valga más que la de los lectores, este poema es el mejor, o mejor dicho el menos malo de los míos.”

LÍMITES 

De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a quién prefiera omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilatada por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que se aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.

Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.

No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando el ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.

Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me han querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.

1964.

Jorge Luis Borges décoré de la Légion d’honneur par François Mitterrand à l’Élysée, le 19 janvier 1983.

Fernando Aramburu

Fernando Aramburu.

Après le succès de son roman Patria (750 000 exemplaires vendus, 29 éditions, traduit en plus de 10 langues, une série télévisée préparée par HBO España), Fernando Aramburu (Saint-Sébastien 1959), écrivain basque qui vit à Hanovre en Allemagne depuis plus de 30 ans,  a publié cette année un texte plus intime,  Autorretrato sin mí.  Aramburu, jeune, était poète. Il s’est écarté de la poésie, mais s’en rapproche par ce livre, composé de brefs et véritables poèmes en prose. C’est un livre sur la beauté, et particulièrement celle du castillan. Ce n’est pas un livre d’autofiction, mais c’est un livre de mémoires très humain, écrit avec ironie et pudeur. il rappelle l’enfant dans son quartier, la famille, la lecture, la découverte de la littérature,  les expériences, la femme, l’amour physique, le plaisir, la paternité, la solitude. Cet autoportrait sans moi est le portrait de chacun d’entre nous.

Le passage suivant se trouve pages 125 et 126.

La vida

Yo quisiera decir sencillamente esta mañana que me gusta la vida. Ni triste ni alegre, con un vaso vacío en la mano, tan sólo eso, aunque nadie me oiga, que estoy aquí tranquilo poniendo en orden las conchas que me salen del costado.

Digo, lo he dicho ya, lo diré mañana si amanece, con toda mi potente debilidad, que sí, que juzgo un hecho venturoso que haya nubes y libros y caras sonrientes, y que ahora mismo, desde el horno, se difunda por la casa el olor honrado del pan.

Me gusta la vida, qué se le va a hacer, desde la primera vez que la vi, cuando era chiquita, cuando ni puesta en pie me llegaba a la rodilla. Aquella vida gimiente y descalza que aún no conocía el óxido de los días acumulados. Aquella vida que todavía, de vez en cuando, levanta su pequeño sol en el recuerdo.

Y más tarde no digamos, joven y hermosa, pródiga en noches apasionadas, con aquella gracia incomparable que tenía al desvertirse en la luz modesta del cuarto de estudiante y cuando derramaba sus cabellos olorosos sobre mí antes de darse cálida y entera.

A veces mancha y duele la vida, y uno se retira en silencio a un rincón de su desgracia a esperar que la vida amaine y se enciendan de nuevo las horas azules del gozo. Y aún así, mira por dónde, me gusta la vida. Porque me tiene que gustar. Porque es lo único que hay y yo, a fuerza de vivir y compartir el aire con la gente, no sé qué otra cosa podría hacer sino sacarle gusto a la vida, a esta vida tantas veces malvada que te da un palazo por las buenas y se va.

Tusquets editores, 2018.

Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez (Santi Burgos). Madrid, Mayo de 1996.

El País, 11 de mayo de 2018

Viendo llover en Galicia (Gabriel García Márquez)

Mi muy viejo amigo, el pintor poeta y novelista Héctor Rojas Herazo -a quien no veía desde hacía mucho tiempo- debió sufrir un estremecimiento de compasión cuando me vio en Madrid abrumado por un tumulto de fotógrafos, periodistas y solicitantes de autógrafos, y se acercó para decirme en voz baja: “Recuerda que de vez en cuando debes ser amable contigo mismo”. En efecto, fiel a mi determinación de complacer todas las demandas sin tomar en cuenta mi propia fatiga, hacía ya varios meses -quizá varios años- en que no me ofrecía a mí mismo un regalo merecido. De modo que decidí regalarme en la realidad uno de mis sueños más antiguos: conocer Galicia.Alguien a quien le gusta comer no puede pensar en Galicia sin pensar antes que en cualquier otra cosa en los placeres de su cocina. “La nostalgia empieza por la comida”, dijo el che Guevara, tal vez añorando los asados astronómicos de su tierra argentina, mientras se hablaba de asuntos de guerra en las noches de hombres solos en la sierra Maestra. También para mí la nostalgia de Galicia había empezado por la comida, antes de que hubiera conocido la tierra. El caso es que mi abuela, en la casa grande de Aracataca, donde conocí mis primeros fantasmas, tenía el exquisito oficio de panadera, y lo practicaba aun cuando ya estaba vieja y a punto de quedarse ciega, hasta que una crecida del río le desbarató el horno y nadie en la casa tuvo ánimos para reconstruirlo. Pero la vocación de la abuela era tan definida, que cuando no pudo hacer panes siguió haciendo jamones. Unos jamones deliciosos, que, sin embargo, no nos gustaban a los niños -porque a los niños no les gustan las novedades de los adultos-, pero el sabor de la primera prueba se me quedó grabado para siempre en la memoria del paladar. No volví a encontrarlo jamás en ninguno de los muchos y diversos jamones que comí después en mis años buenos y en mis años malos, hasta que probé por casualidad -40 años después, en Barcelona- una rebanada inocente de lacón. Todo el alborozo, todas las incertidumbres y toda la soledad de la infancia me volvieron de pronto en ese sabor, que era el inconfundible de los lacones de la abuela. De aquella experiencia surgió mi interés de descifrar su ascendencia, y buscando la suya encontré la mía en los verdes frenéticos de mayo hasta el mar y las lluvias feraces y los vientos eternos de los campos de Galicia. Sólo entonces entendí de dónde había sacado la abuela aquella credulidad que le permitía vivir en un mundo sobrenatural donde todo era posible, donde las explicaciones racionales carecían por completo de validez, y entendí de dónde le venía la pasión de cocinar para alimentar a los forasteros y su costumbre de cantar todo el día. “Hay que hacer carne y pescado porque no se sabe qué le gusta a los que vengan a almorzar”, solía decir cuando oía el silbato del tren. Murió muy vieja, ciega, y con el sentido de la realidad trastornado por completo, hasta el punto de que hablaba de sus recuerdos más antiguos como si estuvieran ocurriendo en el instante, y conversaba con los muertos que había conocido vivos en su juventud remota. Le contaba estas cosas a un amigo gallego la semana pasada, en Santiago de Compostela, y él me dijo: “Entonces tu abuela era gallega, sin ninguna duda, porque estaba loca”. En realidad, todos los gallegos que conozco, y los que vi ahora sin tiempo para conocerlos, me parecen nacidos bajo el signo de Piscis.

No sé de dónde viene la vergüenza de ser turista. A muchos amigos, en pleno frenesí turístico, les he oído decir que no quieren mezclarse con los turistas, sin darse cuenta de que, aunque no se mezclen, ellos son tan turistas como los otros. Yo, cuando voy a conocer algún lugar sin disponer de mucho tiempo para ir más a fondo, asumo sin pudor mi condición de turista. Me gusta inscribirme en esas excursiones rápidas, en las que los guías explican todo lo que se ve por las ventanas del autobús, a la derecha y a la izquierda, señores y señoras, entre otras cosas porque así sé de una vez todo lo que no hay que ver después, cuando salgo solo a conocer el lugar por mis propios medios. Sin embargo, Santiago de Compostela no da tiempo para tantos pormenores: la ciudad se impone de inmediato, completa y para siempre, como si se hubiera nacido en ella. Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que no hay en el mundo una plaza más bella que la de Siena. La única que me ha hecho dudar es la de Santiago de Compostela, por su equilibrio y su aire juvenil, que no permite pensar en su edad venerable, sino que parece construida el día anterior por alguien que hubiera perdido el sentido del tiempo. Tal vez esta impresión no tenga su origen en la plaza misma, sino en el hecho de estar -como toda la ciudad, hasta en sus últimos rincones- incorporada hasta el alma a la vida cotidiana de hoy. Es una ciudad viva, tomada por una muchedumbre de estudiantes alegres y bulliciosos, que no le dan ni una sola tregua para envejecer. En los muros intactos, la vegetación se abre paso por entre las grietas, en una lucha implacable por sobrevivir al olvido, y uno se encuentra a cada paso, como la cosa más natural del mundo, con el milagro de las piedras florecidas.

Llovió durante tres días, pero no de un modo inclemente, sino con intempestivos espacios de un sol radiante. Sin embargo, los amigos gallegos no parecían ver esas pausas doradas, sino que a cada instante nos daban excusas por la lluvia. Tal vez ni siquiera ellos eran conscientes de que Galicía sin lluvia hubiera sido una desilusión, porque el suyo es un país mítico -mucho más de lo que los propios gallegos se lo imaginan-, y en los países míticos nunca sale el sol. “Si hubieran venido la semana pasada, habrían encontrado un tiempo estupendo”, nos decían, avergonzados. “Este tiempo no corresponde a la estación”, insistían, sin acordarse de Valle-Inclán, de Rosalía de Castro, de los poetas gallegos de siempre, en cuyos libros llueve desde el principio de la creación y sopla un viento interminable, que es tal vez el que siembra ese germen lunático que hace distintos y amorosos a tantos gallegos.

Llovía en la ciudad, llovía en los campos intensos, llovía en el paraíso lacustre de la ría de Arosa y en la ría de Vigo, y en su puente, llovía en la plaza, impávida y casi irreal, de Cambados, y hasta en la isla de la Toja, donde hay un hotel de otro mundo y otro tiempo, que parece esperar a que escampe, a que cese el viento y resplandezca el sol para empezar a vivir. Andábamos por entre esta lluvia como por un estado de gracia, comiendo a puñados los únicos mariscos vivos que quedan en este mundo devastado, comiendo unos pescados que siguen siendo peces en el plato y unas ensaladas que seguían creciendo en la mesa, y sabíamos que todo aquello estaba allí por virtud de la lluvia, que nunca acaba de caer. Hace ahora muchos años, en un restaurante de Barcelona, le oí hablar de la comida de Galicia al escritor Álvaro Cunqueiro, y sus descripciones eran tan deslumbrantes que me parecieron delirios de gallego. Desde que tengo memoria les he oído hablar de Galicia a los gallegos de América, y siempre pensé que sus recuerdos estaban deformados por los espejismos de la nostalgia. Hoy me acuerdo de mis 72 horas en Galicia y me pregunto si todo aquello era verdad, o si es que yo mismo he empezado a ser víctima de los mismos desvaríos de mi abuela. Entre gallegos -ya lo sabemos- nunca se sabe.

La huella gallega del realismo mágico de García Márquez (Aníbal Malvar), Público, 11/08/2018. 

https://www.publico.es/culturas/huella-gallega-realismo-magico-garcia-marquez.html

Santiago de Compostela, Catedral. Plaza do Obradoiro.

Raymond Carver – Antonio Machado

Raymond Carver.

Raymond Carver est né le 25 mai 1938 à Clatskanie (Oregon). Il est mort le 2 août 1988 à Port Angeles (État de Washington). C’était un excellent nouvelliste, mais aussi un bon poète…

Les ondes radio (Raymond Carver)

      Pour Antonio Machado

Voilà que la pluie s’est arrêtée, et la lune se montre.
Je ne comprends presque rien aux ondes
radio. Mais je crois qu’elles se déplacent mieux juste après
la pluie, dans l’air humide. Bref, je n’ai qu’à étendre le bras
à présent pour capter Ottawa, si ça me chante, ou Toronto.
Depuis peu, le soir, je me suis découvert
un vague intérêt pour la politique et les affaires intérieures
du Canada. C’est vrai. Mais c’étaient surtout ses
radios musicales que je cherchais. Assis ici dans le fauteuil
je pouvais écouter, sans avoir rien à faire, ni à penser.
Je n’ai pas la télé, et je ne lisais plus
les journaux. Le soir j’allumais la radio.

Quand je suis venu ici, j’essayais d’échapper
à tout. Particulièrement à la littérature.
Ce que ça entraîne, et ce qui s’ensuit.
Il y a dans l’âme le désir de ne pas penser.
D’être au repos. Cela couplé avec
le désir d’être strict, oui, et rigoureux.
Mais l’âme est aussi une rusée salope,
pas toujours fiable. Et ça je l’avais oublié.
Je l’écoutais quand elle disait, Mieux vaut changer ce qui
n’est plus
et ne reviendra pas que ce qui est encore
avec nous et sera avec nous demain. Ou pas.
Et si c’est «ou pas», ce n’est pas grave, non plus.
Peu importait, disait-elle, pourvu que l’homme chante.
Voilà la voix que j’écoutais.
Imagine-t-on que quelqu’un puisse penser ainsi?
Qu’en réalité tout ça c’est pareil.
Quelle ineptie!
Mais je pensais ces pensées idiotes le soir
assis dans le fauteuil écoutant la radio.

Puis Machado, ta poésie!
Ce fut un peu comme un quinquagénaire qui retombe
amoureux. Quelque chose de remarquable à observer,
et de gênant, aussi.
Des sottises, comme d’accrocher ton portrait au mur.
Et j’emportais ton livre quand j’allais me coucher
et dormais avec lui à portée de main. Un train passa
dans mes rêves une nuit et me réveilla.
Et la première chose que j’ai pensée, le coeur au galop
là dans l’obscurité de la chambre, fut ceci –
Tout va bien, Machado est là.
Alors j’ai pu me rendormir.

Aujourd’hui j’ai emporté ton livre quand je suis allé
me promener. «Etre attentif!» disais-tu,
chaque fois que quelqu’un te demandait que faire de sa vie.
J’ai donc regardé autour de moi et pris note de toute chose.
Puis je me suis assis avec au soleil, à ma place
au bord de la rivière d’où je voyais les montagnes
Et j’ai fermé les yeux pour écouter le bruit
de l’eau. Puis je les ai ouverts et me suis mis à lire.
«Les dernières lamentations d’Abel Martin».
Ce matin j’ai pensé à toi de toutes mes forces, Machado.
Et j’espère, même au regard de ce que je sais de la mort,
que tu as reçu le message que je te destinais.
Et sinon ce n’est rien. Dors bien. Repose-toi.
Tôt ou tard j’espère que nous nous rencontrerons.
Alors je pourrai te dire ces choses en personne

Poésie, Editions de l’Olivier, 2015.

Radio Waves
      for Antonio Machado

This rain has stopped, and the moon has come out.
I don’t understand the first thing about radio
waves. But I think they travel better just after
a rain, when the air is damp. Anyway, I can reach out
now and pick up Ottawa, if I want, or Toronto.
Lately, at night, I’ve found myself
becoming slightly interested in Canadian politics
and domestic affairs. But mostly it was their music
stations I was after. I could sit here in the chair
and listen, without having to do anything, or think.
I don’t have a TV, and I’d quit reading
newspapers. At night I turned on the radio.

When I came out here I was trying to absent myself
from everything. Especially literature.
What that entails, and what comes after.
There is in the soul a desire for not thinking.
For being still. Coupled with this
a desire to be strict, yes, and rigorous.
But the soul is also a smooth son of a bitch,
not always to be trusted. And I forgot that.
I listened when it said. Better to sing that which is gone
and will not return than that which is still
with us and will be with us tomorrow. Or not.
And if not, that’s all right too.
It didn’t much matter, it said, even if a man sang.
That’s the voice I listened to.
Can you imagine somebody thinking like this?
That it’s really all one and the same?
What nonsense!
But I’d think these stupid thoughts at night
as I sat in the chair and listened to my radio.

Then, Machado, the advent of your poetry in my life!
It was a little like a middle-aged man falling
in love again. A remarkable thing to witness, perhaps,
but embarrassing, too.
Silly things like putting your picture up.
And I took your book to bed with me
and slept with it near at hand. A train went by
in my dreams one night and woke me up.
And the first thing I thought, heart racing
there in the dark bedroom, was this—
It’s all right, Machado is here.
Then I could fall back to sleep again.

Today I took your book with me when I went
for my walk. “Pay attention!” you said,
when anyone asked what to do with their lives.
So I looked around and made note of everything.
Then sat dowii with your book in the sun, in my place
beside the river where I could see the mountains.
And I closed my eyes and listened to the sound
of the water. Then I opened them and began to read
“Abel Martin’s Last Lamentations.”
This morning I thought about you hard, Machado.
And I hope, even in the face of what I know about death,
that you got the message I intended.
But it’s okay even if you didn’t. Sleep well. Rest.
Sooner or later I hope we’ll meet.
And then I can tell you these things myself.

Madrid, Biblioteca Nacional. Estatua de Antonio Machado (Pablo Serrano 1908-1985).

Jorge Luis Borges

 

María Kodama Jorge Luis Borges Paris, 1977.

Dans la récente réédition de la Poésie complète de Jorge Luis Borges (Editions Lumen), le poème “Al olvidar un sueño” (qui figurait dans  l’édition originale de son livre La cifra,  Alianza, 1981) a disparu. Il  était dédié à la libraire Viviana Aguilar (un des engouements amoureux du vieil écrivain argentin). Censure de María Kodama, son héritière universelle?

Al olvidar un sueño
    a Viviana Aguilar

En el alba dudosa tuve un sueño.
Sé que en el sueño había muchas puertas.
Lo demás lo he perdido. La vigilia
ha dejado caer esta mañana
esa fábula íntima, que ahora
no es menos inasible que la sombra
de Tiresias o que Ur de los Caldeos
o que los corolarios de Spinoza.
Me he pasado la vida deletreando
los dogmas que aventuran los filósofos.
Es fama que en Irlanda un hombre dijo
que la atención de Dios, que nunca duerme,
percibe eternamente cada sueño
y cada jardín solo y cada lágrima.
Sigue la duda y la penumbra crece.
Si supiera qué ha sido de aquel sueño
que he soñado, o que sueño haber soñado,
sabría todas las cosas.

La obra de Borges, otra vez a la Justicia por adelgazar y engordar (Archivo Infojus Noticias, 14/10/2013)

“El 28 de septiembre de 2006 la revista Veintitrés publicó la nota “Borges. La repugnante pelea por la herencia”. La tapa y el interior del artículo estaba ilustrados con varias fotografías de Kodama y de Borges. Las frases atribuidas a Vaccaro [,presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE)] insertas en las páginas 55 y 56, dicen textualmente: “Esta mujer modificó la obra de Borges por rencillas personales”.

Lo que más ofendió a Kodama fue la acusación de haber modificado la obra borgeana a su gusto. “Alejandro Vaccaro, “como experto en Borges”, no podía desconocer que “en la compilación de las obras completas no se incluyó a la poesía ‘Al olvidar un sueño’, pero eso no se debió a un ‘despecho’ o a ‘rencillas personales’, sino a la propia voluntad de Borges”, dice en el expediente. Y agrega: “solamente por ignorancia o por maldad alguien podría decir que Kodama, por ello, ‘modificó la obra de Borges’”.

Vaccaro explicó a Infojus Noticias su concepto de ‘rencillas personales’: “Hubo dos primeras ediciones de La cifra (libro de poesía). Una se hizo acá en Buenos Aires y salió con la dedicatoria (a Viviana Aguilar), la otra se hizo en España, también en 1981 y salió sin la dedicatoria”. ¿La razón?, “Viviana Aguilar trabajaba en la librería La Ciudad, que estaba muy cerca de la casa de Borges y adónde él iba seguido: ahí la conoció. Era una joven bella y atractiva, entonces Borges se empezó a entusiasmar”. Según cuenta el presidente de la SADE, “cuando comenzaron a frecuentarse, porque él la invitaba a tomar el té o a pasear juntos, Borges se empezó a enamorar. En ese momento lo invitaron a un homenaje que le hacían a un autor en Colombia y decidió ir con Viviana. Le mandaron los pasajes a nombre de ella. Cuando Kodama se enteró, fue a su casa y le hizo un escándalo a Borges: ‘¿Cómo, yo siempre voy con usted y ahora elige a otra persona?, Entonces se enojó y rompió los pasajes. Esto me lo contó Fanny, y lo puse en mi libro. De ahí cómo se transformó, de alguna forma, en una enemiga de Kodama”.

Para Vaccaro, esa es la razón porque se eliminó de una edición de La cifra una poesía de dedicada a Aguilar: “¿Qué otra razón iba a haber? No hay ninguna otra razón para quitar ese poema que Borges dice haber soñado. Cuando salió en Argentina, Kodama montó en cólera, y como faltaba salir la edición de España, ella decidió que se quitara la dedicatoria allá”.

Para el abogado de la “guardiana”, “lo que molesta es que sabemos que Vaccaro no se equivocó en su declaración, sino que lo hizo a propósito, porque él conoce bien lo meticuloso que era Borges con sus ediciones. Por alguna razón personal Borges decidió suprimir en vida esa poesía incluida en ‘La cifra’”. Sin embargo, la Sala II de la Cámara de Casación Penal y la Corte Suprema dejaron firme la absolución de Vaccaro”, dijo Soto.

La Cámara considera que la acusación “no consigue trascender el ámbito de meras expresiones verbales del apoderado de una de las partes” y “en armonía con la aplicación racional y restrictiva del aparato punitivo del Estado en materias vinculadas con la libertad de expresión”, resolvió rechazar el pedido de Kodama.”

Viviana Aguilar.

Antonio Machado

Segovia. Estatua de Antonio Machado. Plaza Mayor.

Je suis en train de relire, à petites doses, le Juan de Mairena d’Antonio Machado dans l’édition Cátedra (Letras Hispánicas), en deux tomes, prêtée par Manuel. Un merveilleux traité poétique et philosophique.

Antonio Machado est né le 26 juillet 1875 à Séville dans un appartement en location du Palais de Dueñas. Son père Antonio Machado Álvarez était avocat, journaliste et spécialiste du folklore. Il était connu sous le pseudonyme de Demófilo.

“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero…” (de Retrato, Campos de Castilla)

“… Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio.”

Il  publia en 1936 chez Espasa-Calpe “Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo)”.

«Vivimos en un mundo esencialmente apócrifo, en un cosmos o poema de nuestro pensar, ordenado o construido todo él sobre supuestos indemostrables, postulados de nuestra razón, que llaman principios de la lógica, los cuales, reducidos al principio de identidad que los resume y reasume a todos, constituyen un solo y magnífico supuesto: el que afirma que todas las cosas, por el mero hecho de ser pensadas, permanecen inmutables, ancladas, por decirlo así, en el río de Heráclito. Lo apócrifo de nuestro mundo se prueba por la existencia de la lógica, por la necesidad de poner el pensamiento de acuerdo consigo mismo, de forzarlo en cierto modo, a que sólo vea lo supuesto o puesto por él, con exclusión de todo lo demás. Y el hecho – digámoslo de pasada- de que nuestro mundo esté todo él cimentado sobre un supuesto que pudiera ser falso, es algo terrible, o consolador. Según se mire. Pero de esto hablaremos otro día.»

“Seguid preguntando, nunca os canséis de preguntar, sin preocuparos demasiado de las respuestas.”

“Nuestras inquietudes se disponen en el alma como balas en un rifle.”

 

La planche de vivre 3

Después de haber cavado este barbecho
me tomaré un descanso por la grama
y beberé del agua que en la rama
su esclava nieve aumenta en mi provecho.

Todo el cuerpo me huele a recién hecho
por el jugoso fuego que lo inflama
y la creación que adoro se derrama
a mi mucha fatiga como un lecho.

Se tomará un descanso el hortelano
y entretendrá sus penas combatiendo
por el salubre sol y el tiempo manso.

Y otra vez, inclinado cuerpo y mano,
seguirá ante la tierra perseguido
por la sombra del último descanso.

Miguel Hernández, El rayo que no cesa, 1936.

Miguel Hernández

Après avoir bêché cette jachère,
Je me reposerai sur le chiendent
Et je boirai l’eau que sur la branche
La neige captive a collectée pour ma soif.

Je me sens tout le corps refait à neuf
Par le feu juteux qui l’enflamme,
Et la création aimée se répand
Tel un lit, sous ma grande fatigue.

Il prendra du repos le jardinier,
Il distraira ses peines combattues
Par le soleil salubre et le temps doux.

Une fois encore, courbant corps et main,
Je durerai sur la terre, persécuté
Par les ténèbres du dernier repos.

(Traduction: René Char et Tina Jolas, La Planche de vivre, 1981)

Tina Jolas c’est celle qui est derrière le halo de lumière de la lampe…

La planche de vivre 2

Como recojo en lo último del día,
a fuerza de honda, a fuerza de meneo,
en una piedra el sol que ya no veo,
porque ya está su flor en su agonía,

así recoge dentro el alma mía
por esta soledad de mi deseo
siempre en el pasto y nunca en el sesteo,
lo que le queda siempre a mi alegría:

una pena final como la tierra,
como la flor del haba blanquioscura,
como la ortiga hostil desazonada,

indomable y cruel como la sierra,
como el agua de invierno terca y pura,
recóndita y eterna como nada.

(Miguel Hernández, El rayo que no cesa, 1936.)

Miguel Hernández Cartagena 1933.

Comme je recueille à la fin du jour,
A coups de fronde et de dextérité,
Sur une pierre, le soleil qu’on ne voit,
Sa fleur déjà entrée en agonie,

Ainsi se recueille au fond de mon âme,
Par ce languir de mon désir
Encore pâturant, jamais reposant,
Ce qui demeure toujours de ma joie:

Une douleur dernière, comme la terre,
Comme la fleur de fève claire-obscure,
Comme l’ortie hostile et courroucée,

Indomptable et cruelle comme monts déchirés,
Comme l’eau de l’hiver opiniâtre et pure,
Comme le rien éternel et secret.

(Traduction: René Char et Tina Jolas, La Planche de vivre, 1981)

René Char 1971.

La planche de vivre 1

Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en el ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

Miguel Hernández, El rayo que no cesa, 1936.

Miguel Hernández (Benjamin Palencia) 1935.

Comme le taureau, je suis né pour le deuil
Et la douleur; comme le taureau je suis marqué au fer
Dans le flanc, par un feu infernal,
Et, homme, par un fruit à l’aine.

Comme le taureau, je trouve très petit
Tout mon coeur démesuré,
Et le visage brûlant du baiser,
Comme le taureau à ton amour je le dispute.

Comme le taureau je grandis dans le châtiment,
La langue dans le coeur, je la tiens qui trempe
Et je porte au cou une tourmente sonore.

Comme le taureau je te suis et je te poursuis,
Et tu fais abandon de mon désir sur une épée,
Comme le taureau leurré, comme le taureau.

(Traduction: René Char et Tina Jolas, La Planche de vivre, 1981)